HISTORIA DE MI ABUELO:

DON OCTAVIO TENEZACA TENEZACA

Esta página de Heraldo de Cañar, presenta hoy un eco de sensibilidad, memorias y la belleza de la historia del amor y sacrificio de Don Octavio Tenezaca, contado por uno de sus nietos, Octavio.

Inicia narrando que su abuelo, Octavio Tenezaca, nació en la cuna de una pequeña hacienda ubicada en lo que hoy conocemos como La Capilla, en Cañar, hijo de Fabián Tenezaca y María Tenezaca Neira, fue el último de seis hermanos. Estudió desde los 5-6 años, en la escuela que se fundó dentro de la propia hacienda de su padre, el abuelo Fabián, allí donde conoció, quizá sin saberlo, su vocación por la educación.

Mente ágil y progresista

Desde pequeño, Don Octavio demostró tener una mente privilegiada, especialmente para las matemáticas, su sueño era convertirse en Ingeniero Civil, anhelo que se vio truncado debido a la enfermedad cardiovascular de su padre, y la caída económica en la familia, por lo que se dedicó a la educación y se graduó como profesor en el Colegió José Peralta.

Comenzó a trabajar a los 18 años, conoció a Hilda Fernández, con quien contrajo matrimonio. Durante los primeros años, Don Octavio combinó su labor como educador, con la labor en pequeñas carreras, y su gran pasión por el deporte, especialmente el voleibol y el indor fútbol. Su amor por el deporte lo llevó a fundar en 1979 el Cosmos (Fútbol Club), que se convirtió en campeón intercomunal del la ADIC y otros campeonatos, ocho veces, acumulando dos tripletes consecutivos.

Dentro del Magisterio

A los 23 años, la vida de Don Octavio dio un giro difícil: su padre, Fabián, falleció, dejando a la familia con su madre, Mariana, y a Don Octavio con la responsabilidad de cuidar a sus hijos Elizabeth y Octavio. Desde entonces, se dedicó con entrega a sostener a su familia, enseñando en diversas escuelas del país, en el Oriente en la Sierra, hasta regresar a La Capilla y desempeñarse como profesor en la escuela “Rosa Zárate de Peña”, donde trabajó hasta su retiro.

La adversidad, cuándo no…

La vida de Don Octavio estuvo marcada por grandes dificultades, nos refiere su nieto, uno de ellos fue cuando se convirtió en garante para un préstamo de determinada persona, que huyó del país dejándole una deuda que afectó profundamente a toda la familia, llevándoles a una situación de pobreza, donde su único sustento era la camioneta familiar y su trabajo, pues gran parte del dinero se destinaba a pagar esa deuda. Esto obligó a su abuelo a trabajar durante toda la noche, los fines de semana, haciendo fletes. Ante esta situación, su hijo mayor, Luis Octavio Tenezaca Jr., decidió emigrar a Estados Unidos, a sus 18 años, cumpliendo 19 en el desierto, frontera entre México y Estados Unidos. Poco después, Don Octavio sufrió la pérdida más dolorosa de su vida, su hijo Octavio fue asesinado en un asalto en Nueva York. Este golpe lo sumió en una profunda tristeza, pero como hombre de gran fortaleza, volvió a poner a su familia en primer lugar, llevando su dolor en silencio y luchando por sacarla adelante.

Nueva generación

Un acontecimiento de esperanza fue el nacimiento de su primer nieto, Luis Octavio Pacheco, el 8 de septiembre de 2003, quien fue nombrado así en honor a su hijo fallecido. Con el apoyo de su esposa Hilda y el esfuerzo de ambos, la familia logró salir adelante. Todos sus hijos alcanzaron importantes logros académicos y profesionales: Elizabeth se graduó de Enfermera, Ericka en Ingeniería en Sistemas, Fabián como Técnico de Salud TAPS, Marisol en Psicología del Trabajo, y Daniel está en su último año de Ingeniería Mecatrónica.

Esfuerzo y sacrificio ejemplares

Los desafíos y adversidades de esta familia han sido superados gracias al esfuerzo y sacrificio de mi abuelo y mi abuela. Hoy, ambos disfrutan de sus vidas juntos, en una finca en la costa, conscientes de que su trabajo y dedicación forjaron un mejor futuro para toda la prole. Su historia es un testimonio de perseverancia, amor y compromiso con la familia. (JGM) (I)

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