Con apenas 3 años y 6 meses, Pablo “Pablito” Morocho, oriundo de Cañar, se ha convertido en una de las figuras más prometedoras del Walk Bike y el BMX infantil en Ecuador. Su corta edad no ha sido un obstáculo para brillar en escenarios provinciales, nacionales e internacionales, donde su disciplina, entusiasmo y talento lo hacen destacar entre los mejores.

En las últimas semanas, el pequeño ciclista ha cosechado una serie de resultados que llaman la atención: primer lugar en la Válida Provincial del Azuay, segundo puesto en la Provincial de Chimborazo y, tercer lugar en la competencia internacional de BMX realizada en Logroño, Tierra de los Caballeros. Cada medalla conquistada refleja no solo su habilidad, sino también un proceso de formación sólido en el que confluyen el esfuerzo familiar, el compromiso comunitario y la guía técnica de entrenadores experimentados.

Nuevos retos, desde hoy

Actualmente, Pablo se prepara para dos compromisos cruciales que mantienen en expectativa al mundo del BMX formativo: la Provincial del Azuay, hoy sábado 27 de septiembre, y la Gran Final Nacional del 4 de octubre en Riobamba, donde disputará el campeonato en una reñida pugna por el primer y segundo lugar, con puntuaciones muy ajustadas.

El trabajo detrás de cada triunfo no es casualidad. Pablo entrena y compite representando al Club King Riders Ecuador, de Cuenca. Asimismo, con la orientación del profesor Israel Campoverde, del Club BMX Biblián, perfecciona su técnica y disciplina sobre la bicicleta. A ello se suma el respaldo de sus padres y familiares.

La historia de este pequeño ciclista también es la historia de una provincia que se hace presente en el ciclismo formativo nacional. Cada vez que Pablo participa en una competencia, el nombre de Cañar resuena, demostrando que el deporte de base florece cuando existe compromiso, entrega y pasión.

Más allá de las posiciones alcanzadas en el podio, el ejemplo de este pequeño es un mensaje inspirador para que otros menores se animen a practicar el deporte, pues el Walk Bike y el BMX se convierten en caminos que no solo enseñan técnica, sino también valores como la disciplina, la amistad y la perseverancia.

La trayectoria del niño Pablo Morocho abre además una exhortación a las autoridades locales y nacionales, así como a potenciales auspiciantes, para que respalden de manera decidida el desarrollo del BMX y del deporte formativo en el país.

En cada pedaleo y en cada impulso sobre la bicicleta, el pequeño Pablo demuestra que los sueños no tienen edad y que, con dedicación y apoyo, Cañar y Ecuador seguirán escuchándose fuerte en las pistas del BMX. (JGM) (I)

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